Bueno, hace un
tiempo ya que no escribo nada por aquí, y es que entre exámenes,
trabajos, entrenamientos y demás, no he tenido tiempo, o no me he
acordado.
En voleibol
seguimos con la tecnificación, que este ya es el último mes, los
cadetes de Pòrtol ganaron el campeonato de las Islas Baleares. Yo
tenía que ir a verlos, pero me salió la oportunidad de ir al
campeonato de salto en el RCEEM, aunque solo fuera para trabajar. Me
sirvió de mucho, y aprendí muchas cosas que desconocía del mundo
de la hípica.
Ahora ya no tengo
ningún problema con Kitty, la yegua a la que monto, y al principio
me aburría porque ya no supone un reto para mí, pero ahora ya me he
acostumbrado. También he montado algunas veces a Campanilla, una
potra de cuatro años, y su dueño me ha propuesto varias veces que
la use para las clases, y así la enseñaba yo, pero me da vergüenza
decirle que sí, así que la monto cuando él lo hace.
Y luego está Nate.
Nate era el caballo de mi hermana, y para mí, el caballo perfecto.
Des de pequeña me ha fascinado, y ahora aún es así. Mi padre le
cogió miedo y se lo regaló a una mujer muy amiga de mi familia, y
yo no lo veía des de hace tres años. Pero el otro día, en el
funeral de mi abuela, me encontré con Cati, esa mujer, y me dijo que
cuando quisiera, me lo llevara hacia mi casa, porque ellos no lo
trabajaban, y para tenerlo sin hacer nada, me lo devolvía.
Y
así fue, mi padre no lo quiere en mi casa, así que cuando lo tenga
bien puesto, y lo devuelva a la doma inglesa (ahora está en doma
vaquera), lo llevaré hacia Bon Sol. El sábado empecé a montarlo.
Al principio tenia miedo, porque me decían que es un caballo muy
difícil, que no se dejaba poner la cabezada, y que se encaraba a
todo el mundo, pero conmigo fue distinto. Me hizo caso en todo,
trabajó genial, aunque no le puedo poner bocado aún.